“Eso nunca pasa”. “Eso no es verdad”. “Eso es imposible”. Son algunas de las frases que algunos lanzan cuando escuchan historias como la siguiente. Pero están equivocados, porque han sucedido, suceden y sucederán. Los casinos son lugares donde algunos encuentran grandes oportunidades.
Pongámonos en situación. Navidad de 2016 en Uruguay. La afamada familia brasileña de los Grendene Bartelle, conocida por ser propietaria de la popular marca de chancletas Ipanema, aprovecha los días de vacaciones para reunirse en el elitista balneario Punta del Este. Allí se encuentra el Casino Hotel Conrad, lugar que suelen visitar Pedro Grendene Bartelle y su padre.
Si bien el patriarca es un buen jugador en la ruleta, el protagonista de nuestra historia es el hijo, Pedro. Conocido en Brasil por ser el sobrino de Alejandro Grendene Bartelle, según Forbes, el millonario número 24 de su país, también lo es por sus pericias como piloto de kart y Fórmula 3. Dicen que pudo llegar a la Fórmula 1, pero se decantó por los negocios. ¡Y vaya si acertó!
Presidente de la empresa de calzados deportivos Vulcabrás-Azaleia, propietaria de la marca Olympikus, Pedro ha dado continuidad a la saga de negocios familiar demostrando sus conocimientos y estudios en Dirección de Empresa.
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Su visión y conocimientos de las matemáticas y la probabilidad no solo le sirven para tener éxito en los negocios, también le permitieron saltar la banca del Casino Hotel Conrad. Aunque el salón de juegos le suele ofrece la oportunidad de jugar en una sala privada, a Pedro le gusta estar rodeado por sus amigos y demás público. Quizá para que sean testigos de sus triunfos.
Éxitos como el de ese día de diciembre de 2016 cuando apostó todo al número 32. Según algunas versiones colocó 100.000 dólares a este número, momento que incluso fue grabado por algunos testigos y que pronto se hizo viral en las redes sociales.
Una torre de fichas con la misma estabilidad que la de Pisa (torcida pero firme) destacaba sobre el tapete verde de la ruleta segundos antes de que la bola cayera en el 32 y Pedro, sus amigos y demás personas explotaran de alegría con un abrazo grupal
Un pleno que multiplicó por 36 su apuesta, por lo que este brasileño se embolsó con su pericia más de 3.000.000 de dólares. Una historia que le puede suceder a cualquiera gracias al auge los casinos online.
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